El Real Madrid y su sensacional primer tiempo chocaron contra el portero esloveno Jan Oblak, insuperable para el conjunto blanco y salvador para el Atlético de Madrid, que sobrevivió en el partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones de las manos de su portero, sus paradas y un 0-0.
El protagonismo de Oblak fue decisivo hasta en cinco veces, deslumbrante en un partido de suma transcendencia, en el que los merengues fueron imponentes toda la primera parte, un suplicio durante muchos momentos para el Atlético, que reequilibró el choque en el segundo acto para un 0-0 que mantiene muy vivo el duelo para el Santiago Bernabéu.
La puesta en escena del Real Madrid fue poderosa. Desde una alta intensidad, desde un control absoluto de la pelota y desde su calidad técnica desdibujó al Atlético, al que echó para atrás con la rotundidad del balón y la movilidad para ocupar los espacios en el momento justo, desbordante cada vez que encaró y en cada metro.
Fue el Real Madrid muchos momentos una maquinaria de gran fiabilidad en cada sector del campo, en la que cada futbolista visitante superó a su par del Atlético con el balón y sin él. Fue incontestable todo el primer tiempo por fútbol, por ambición, por ocasiones, por sistema defensivo, por todo… menos por los goles.
No marcó Dani Carvajal, en el minuto 2, tampoco el galés Gareth Bale, en el 4 en un duelo en solitario con el portero y después con un trallazo desde lejos, ni el portugués Cristiano Ronaldo de falta directa ni el colombiano James Rodríguez, en un par más. En su camino, se erigió un muro insuperable para ellos: Jan Oblak.
De largo, el portero esloveno, sublime todo el primer acto, fue el mejor del Atlético, el sostén sobre el que se mantuvo vivo hacia el descanso el equipo rojiblanco, minimizado como hace tiempo no se recuerda, más en su estadio; a merced de su adversario y con una sola ocasión antes del intermedio, de Griezmann, por fallo ajeno.