Con el apoyo en las tribunas de miles de hinchas que llenaron de aliento el Grand Stade de Marrakech pero con gran sufrimiento, San Lorenzo de Almagro, el equipo del Papa Francisco, se convirtió en finalista de la Copa Mundial de Clubes Marruecos 2014, al vencer por 2-1 al Auckland City FC. El ganador disputará la final ante el campeón de Europa, el Real Madrid.
San Lorenzo, el día del cumpleaños de su hincha más conocido, el papa Francisco, logró su primer gran objetivo en Marruecos, jugar la final del 20 de diciembre ante el Real Madrid. Su infatigable hinchada seguro esperará una producción mejor.
El club argentino logró con lo justo confirmar en la cancha el favoritismo que presentaba en los papeles ante la gran -y gratísima- sorpresa del torneo, un equipo neozelandés que se animó a jugar de igual a igual durante todo el duelo. Tal es así que cerca del final del primer tiempo, la ruidosa hinchada argentina pidió a sus jugadores “moverse más” porque el equipo no lograba sacar diferencias, ni en el resultado ni en el juego.
Los once de Bauza escucharon el mensaje que bajaba de las gradas y, pocos minutos después, lograron ponerse en ventaja: basculó bien hacia la izquierda el ataque azulgrana, Emmanuel Mas pasó por sorpresa y vio a Pablo Barrientos desmarcado en el segundo palo. El volante definió fuerte y bajo, al 45+2.
En el segundo tiempo, no sólo siguió flaco de ofensiva sino que también empezó a oler peligro en el propio arco. Después de una muy buena jugada del argentino Emiliano Tade, Ryan de Vries tocó corto ante la salida de Sebastián Torrico y el español Ángel Berlanga definió con el arco vacío el 1-1, al 67.
Bauza estaba por hacer ingresar a Leandro Romagnoli y el tanto neozelandés lo convenció todavía más: necesitaba creatividad en la mitad de la cancha. Cauteruccio reventó el palo con una volea espectacular pero, en la contra, Tade definió mal un mano a mano con Torrico lo que hubiese significado el gol de su vida.
Nervioso, sin juego, San Lorenzo no consiguió imponerse siquiera con la necesidad de evitar el tiempo suplementario. Apenas comenzado el extra, apareció desde el banco el gol tranquilizador para los argentinos: Mauro Matos, uno de los máximos goleadores del “Ciclón” en la Copa Liberadores, recibió dentro del área y definió fuerte abajo el 2-1, al 93.
Los de Bauza se envalentonaron un rato pero el Auckland, tres partidos en una semana en las piernas, dos tiempos suplementarios, echó el resto con vergüenza. No le dio la gasolina.